La
estadística en cuestión es la del Observatorio contra la Violencia
Doméstica y de Género, del Consejo General del Poder Judicial y se refiere a
los casos de maltrato a mujeres llegados a los tribunales durante el segundo
trimestre de 2006 y que se nos ha dado a conocer a final del año pasado.
En ella resulta, que en el periodo considerado, el
35,6% de las órdenes de protección se dictaron contra el marido; el 30,2%,
contra el compañero; el 21,8%, contra el ex compañero, y el 12,4%, contra el ex
marido. Los porcentajes son semejantes a los registrados en periodos
anteriores.
Como en España el 94% de las parejas están
casadas, según el último censo realizado, es significativo que entre los
denunciados por malos tratos, los compañeros estén a tan poca distancia de los
maridos. Si la violencia contra la mujer (también llamada “de género”) fuera
tan frecuente en los matrimonios como en las parejas de hecho, entre los
agresores tendría que haber una proporción de maridos maltratadores 15 veces
mayor que la de compañeros. En cambio, la frecuencia de malos tratos es unas 13
veces mayor en las parejas de hecho que en los matrimonios, no hay más que
hacer un sencillo cálculo con el número total de matrimonios y el de
parejas.
Llama la atención, por otra parte, la elevada
proporción de ex compañeros violentos: más de dos tercios de la correspondiente
a la de compañeros. En cambio, la de ex maridos es aproximadamente de un tercio
respecto a los cónyuges. Esto puede indicar que la ruptura de una “pareja de
hecho” es más conflictiva, contra lo que podría parecer. Esto concuerda con
investigaciones en otros países, donde también se ha comprobado que la
violencia contra la mujer es más frecuente en uniones de hecho.
Lo que está meridianamente claro es lo fácilmente
que se manipulan resultados estadísticos clarísimos. En este caso la conclusión
que el observatorio, antes citado, sacó es irrefutable: en la familia y en el
matrimonio se producen muchos menos casos de violencia de género trece veces
menos) que en las parejas no casadas. Justamente la conclusión contraria a la
que se nos ha intentado transmitir a través de determinados medios, por
simplificación periodística errónea en algunos casos o clara intención de
engañar en otros.
Y aquí apreciamos un hecho difícilmente explicable
y característico de algunos sectores de nuestro país y que consiste en tratar
de desprestigiar como sea al matrimonio y a la familia atribuyéndole efectos
negativos que no tiene, como ha ocurrido en el caso que nos ocupa.
Siempre a la contra de lo que se está defendiendo
en el resto de Europa donde hace muy poco y en la sede del Parlamento europeo
se ha firmado una Resolución en la que
se reconoce a la familia el papel de “fundadora de la sociedad” así como
el de “célula fundamental de la misma”.
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